miércoles

Miremos La Honradez de los Líderes Mormones

Creemos en ser honrados, verídicos, castos, benevolentes y en hacer el bien a todos los hombres; en verdad podemos decir que seguimos la admonición de Pablo: Todo lo creemos, todo lo esperamos; hemos sufrido muchas cosas y esperamos poder sufrir todas las cosas. Si hay algo virtuoso, o bello, o de buena reputación, o digno de alabanza, a esto aspiramos. Articulo de Fe No.13


Hablando de HONRADEZ Y VERACIDAD...


Mark nació y creció como mormón - niñez en la Organizacion Primaria, Hombres Jovenes, Sacerdocio Aarónico, Seminario e Instituto, clases de Escuela Dominical, etc. - y como todo fiel varón, tan pronto recibió el Sacerdocio de Melquisedec y se ordeno como élder, el Élder Mark Hofmann cumplió sus dos años de servisio misional en el sudoeste de Inglaterra, regresando en 1976.



Luego, habiéndose casado en 1979, se dedico a formar una familia con su agradable esposa; exteriormente Mark parecía ser un buen hombre joven mormón. Sin embargo, Mark tenía un lado tétrico y encontró un blanco fácil en la iglesia mormona y su mitología.



Desde sus inicios, los fundamentos primitivos de la historia de la iglesia mormona han estado envueltos con afirmaciones de fraude, engaño, magia folclórica y misticismo. Además, desde inicios del siglo XX, la iglesia mormona actual establecida en Salt Lake City ha estado tratando de distanciarse de aquellos hechos, declaraciones, afirmaciones, registros y al mismo tiempo buscan proveer una explicación “divinamente legítima” para su establecimiento.



Mark Hofmann entro al fértil campo mormón de acres y acres de necesidad urgente por proteger la historia oficial de la iglesia a cualquier costo; y Mark tenía un plan para ganar dinero y hacer que la iglesia mormona se viera estúpida, y en ambas cosas tuvo éxito!



La transcripción de Anthon



La primera gran anotación de Mark Hofmann fue la “Transcripción de Anthon”.



Martin Harris, el hombre que financió la primera impresión del Libro de Mormón en 1830, se sentía muy escéptico de invertir dinero sin alguna prueba de la “Biblia dorada de José Smith”. “El profeta” únicamente le hablaba de la maravilla que el ángel le habia revelado y solo le permitía sostener una caja de madera que supuestamente contenía las “Planchas de Oro” de las cuales el Libro de Mormón debía ser traducido, pero esto no fue suficiente para satisfacer al rico granjero; quería tener la certeza de la inversión que haría, aunque fuera para Dios, por lo tanto, lógicamente, él quería más.



Entonces, José Smith, copió los supuestos caracteres de las planchas de oro y Harris los llevó a la ciudad de Nueva York para que los eruditos de ese tiempo validaran los caracteres.



Ese documento, además de los “caracteres” del idioma que José Smith copiaba; contenía una descripción física de las planchas, donde el “profeta” anoto las características de las mismas [8 pulgadas de largo por 7 de ancho y 6 de espesor en el área de sus laminas grabadas mismas caracteristicas que fueron registradas en otros volúmenes de la Historia de la Iglesia por el mismo Smith]; el referido documento, es conocido en la historia como la “transcripcion Anthon”.



Antes de verle partir, Smith le explicó a Harris que los caracteres no eran de ningún idioma conocido, sino que eran de uno al que él denomino “egipcio reformado”.



Finalmente, ya en la Ciudad de NY, Harris encontró a Charles Anthon, un Profesor de griego y latín – en la Universidad de Columbia. Nadie sabe con seguridad lo que sucedió en esa reunión, excepto que Harris regresó afirmando que el Profesor Anthon había identificado los caracteres como egipcios, caldeos, asirios y árabes. [Al menos, esa fue la versión de José Smith y por supuesto, la que se da por oficial hasta hoy día, aunque nadie a podido explicar como es posible que una familia de judíos y sus descendientes usara caracteres en sus registros sagrados de sus supuestos tratos con Dios, de civilizaciones a las que histórica y espiritualmente aborrecen]



Posteriormente, cuando el Profesor Anthon escuchó que los mormones estaban diciendo que él había legitimado los caracteres, escribió una negación despiadada que coloco desde el inicio a José Smith y su “registro sagrado”, bajo la etiqueta del engaño.



La “Transcripción de Anthon,” que Martin Harris había llevado en su viaje, y que supuestamente el profesor de la universidad de Columbia había revisado aquel año, se creía extraviada.



Hasta un día del mes de mayo del año 1980, en que de nuevo “apareció” de la nada, gracias a la “bendición del Señor” y a la talentosa mano de Hofmann.



Los Hermanos de Salt Lake City estaban menos que extasiados cuando recibieron la portentosa buena nueva. Se cuenta que cuando Gordon B. Hinckley entro a la oficina de Spencer W. Kimball con el documento cuidadosamente envuelto en un plástico especial, estaba prácticamente llorando de felicidad. Nathan E. Tanner primer consejero de la presidencia estaba boquiabierto y el Élder Boyd K. Packer sonreía imaginando el revuelo que ocasionaría en Utah primeramente y luego en el mundo entero la aparición de la legendaria transcripción.



Este “hallazgo increíble” abrió de par en par el interior de la oficina principal de la iglesia mormona para Hofmann. El presidente Kimball le abrazo al tiempo que le agradecía por su apoyo y desinterés. Luego, para Hofmann, todo sería hilar y coser durante algunos años dorados.



El Presidente Kimball pidió que se convocara a los miembros del Quórum de los Doce lo más rápidamente posible a fin de hablar de la bendición derramada sobre los hijos del reino.



Mark engañó por completo a todos los líderes superiores de la iglesia mormona y se llevó entre $20.000 y $30,000 dólares fácilmente por su esfuerzo engañoso; una suma bastante atractiva en 1980.



Hoffman no tan sólo se burló de los líderes, sino que puso a sus pies el poder absoluto de la “nomenklatura” de la iglesia mormona y con ello, se aseguro un festín de privilegios y recursos.



La Carta de Salamandra



Hofmann se sintió gratamente reconfortado y lleno de satisfacción, observo el paso de los días siendo el delfín de los “hermanos” de la manzana del Templo. Todos los que estaban al tanto de la aparición de ese documento que situaría finalmente a la iglesia frente al mundo en su real papel de la Iglesia verdadera – ya no habría dudas ni preguntas sin respuestas. José Smith, el martirizado profeta sería entronizado finalmente – trataban a Mark como un verdadero ejemplo de fe y revelación viviente.



Mark ideo varios documentos de la más diversa índole, entregando a los Hermanos de Utah en febrero de 1981 – una copia de puño y letra del mismo Profeta Smith – de la “Bendición patriarcal de Joseph Smith III”, que el entonces aun niño recibió de su padre y donde el mismo fundador del mormonismo dejaba por escrito y firmada la bendición misma que señalaba la re-inauguración del orden patriarcal para encabezar el liderazgo de la Iglesia a través de su sangre, tal como en la época de Abraham y su descendencia. En esa bendición Joseph Smith señalaba que su hijo sería el siguiente profeta por designio y revelación del Señor.



Este documento siempre fue objeto de temor por Brigham Young y John Taylor quienes presenciaron la referida bendición de manos del mismo “Profeta” Smith y que sabían que aquella designación puesta en papel, no solo los desnudaba como impostores y mentirosos, sino que podía causar una deserción en masa de la gente que les seguía.



De hecho, fue esa certeza, de presenciar ellos mismos que la bendición fue otorgada; lo que realmente hizo que Brigham Young buscara alejar a la gente de la zona de Illinois y Missouri, y llevarles al entonces desierto de México, con lo cual Young, los sobrevivientes del Quórum de los Doce y sus seguidores terminaron saliendo de las fronteras de los Estados Unidos de América y fundando un estado independiente al que llamaron Deseret y que finalizo siendo llamado Utah al convertirse en parte de la expansión estadounidense en el siglo diecinueve.


Mark Hofmann recibió entre diez mil y veinte mil dólares por el descubrimiento del incomodo documento en el cual el liderazgo de Salt Lake City esperaba obtener una pista de cómo invalidar las pretensiones de la Iglesia Reorganizada que hasta hoy día dirigen los descendientes de Joseph Smith en Missouri.



Cabe hacer mención que el documento original siempre se ha asegurado, estar en poder de la Iglesia Reorganizada ya que Emma Smith se llevo con ella las posesiones personales, los diarios y registros originales del “mártir” mormón; y son esos documentos el tesoro histórico sobre el cual descansa la autoridad legal de la Iglesia Reorganizada, entre ellos, por supuesto, la bendición dada por el mismo Joseph Smith.



Entre los documentos que oficialmente y a través de otros, Mark Hofmann entrego a los líderes de la Iglesia se encontraban:



• Marzo de 1981.- “Valley Notes” certificados usados como dinero entre los mormones en los primeros días de Nauvoo, Illinois. Hofmann recibió más de $20,000 dólares por estos documentos.



• Marzo de 1982.- “El Testimonio de Martin Harris”, este falso “hallazgo” fue mezclado con otros documentos históricos reales. ¿Costo? $25,000 dólares.



• Julio de 1982.- “Carta Lucy Mack”, otro falso “hallazgo” que igualmente fue mezclado con otros documentos históricos reales. ¿Costo? Más de $30,000 dólares.



• Septiembre de 1982.- “Maid of Iowa” Boletos para transporte en bote por el rio. Hofmann recibió $7,500 dólares.



• Enero de 1983.- "Stowell Money-Digging Letter to Joseph Smith". Este documento fue llevado a la Iglesia por Hofmann y rápidamente capto la atención de los “Hermanos” ya que era la evidencia documental de que José Smith en efecto realizaba labores de buscador de tesoros como los relatos de la época del “Profeta” testimoniaban.



Cuando Gordon B. Hinckley entrego a Hofmann $45,000 dólares en efectivo, tan pronto tuvo en sus manos el “hallazgo documental” le dijo a Hofmann: “Esta carta nunca vera la luz del día”.



Entonces, en enero de 1984, llego la “Carta de Salamandra.”



Toda la “traducción” del Libro de Mormón ha estado desde sus inicios impregnada de misticismo y fraude. Sabiendo esto, Mark Hofmann ideó una carta que hacía juego perfectamente con aquellas afirmaciones y utilizo la inseguridad y el miedo de los líderes para sondear las oportunidades.



La carta “...sonaba más como un cuento de hadas de los hermanos Grimm que una clase de escuela dominical; jarrones con monedas o dinero protegidos por espíritus, piedras de videntes, hechizos encantados, “gafas” mágicas, fantasmas amistosos. ¡Y en lugar de un ángel benévolo, un “espíritu viejo” irritable y tramposo, que se transforma en una salamandra blanca!” — The Mormon Murders, p. 127



Para no involucrar directamente a la iglesia mormona en la adquisición de este documento altamente comprometedor (demasiada publicidad negativa), Hoffman logró hacer un trato con un “miembro fiel,” un hombre rico de negocios llamado Steve Christensen, para comprar el documento y así evitar que cayera en “manos equivocadas”.



La idea era permitir que el tiempo enfriara el interés en el documento para que luego Steve pudiera donarlo a la Iglesia, y así asegurarse un lugar prominente para él y su familia en el Reino Celestial en la vida futura. Hofmann se embolso según las investigaciones posteriores una cantidad cercana a los $50,000 dólares en aquel año de 1984.



Luego llegaron dos “descubrimientos” más (o “hallazgos” como gustaban definirlos el Élder Boyd K. Paker y el entonces consejero Gordon B. Hinckley) de documentos relacionados con eventos de los orígenes del mormonismo, en este orden:



• Octubre 9 de 1984 – "La carta Betsy Ross" por $12,000 dólares y una camioneta todo terreno que salio de una agencia de automotores propiedad de la familia del entonces apóstol Thomas S. Monson.



• Noviembre 10 de 1984 – "Jim Bridger signatures" por un poco más de $10,000 dólares además de gastos de viáticos por $8,000 dólares.



A fines de 1984, con su salud bastante desmejorada, Bruce R. McConkie se entero, vía la indiscreción de otro de los miembros del Quórum de los Doce – Thomas S. Monson – en una reunión del Consejo, que además del “Manuscrito de Anthon”, la iglesia había estado adquiriendo en los últimos cuatro años, diversos documentos históricos que confirmaban o exhibían la historia de la Iglesia.



Cuando pregunto sobre el particular, se encontró con una indispuesta respuesta por parte de quienes habían estado maniobrando en las adquisiciones – Gordon B. Hinckley, Boyd K. Paker, Ezra T. Benson y el Élder Hugh Pinnock [de la Presidencia del Quórum de los Setentas].



El Élder McConkie entonces advirtió al Consejo de los Doce en pleno que aquellas actividades dejaban mucho que desear y les recordó “El Señor no trabaja en las sombras”, cuando Boyd K. Packer y Gordon B. Hinckely trataron de minimizar el asunto alegando que el Presidente Kimball había dado la instrucción de mantener un bajo perfil en el asunto. En respuesta, McConkie azoto con el puño la mesa de reuniones y con su autoritaria voz dijo: “Esto puede destruir los esfuerzos de nuestros misioneros y la fe de nuestros hermanos. Si se llegase a enterar la iglesia ¿Quién dará las explicaciones?”



La Colección McLellin - 11 junio de 1985



“William E. McLellin era un Apóstol primitivo y asociado cercano de José Smith, quien en 1836 se apartó de la iglesia y se volvió uno de sus críticos más amargados. Hubo rumores por mucho tiempo que McLellin, quien guardaba las actas en las reuniones primitivas de los Doce, se había llevado consigo un baúl repleto de papeles, cartas y diarios, todos incriminatorios, con los cuales destruiría a la iglesia. Pero ni la colección misma, ni alguna parte de ella, había aparecido alguna vez. Hasta ahora.” — The Mormon Murders, p. 164



Hasta este año de 1985, Hofmann había tenido prácticamente una línea de crédito abierta con la presidencia de la Iglesia que le entregaba cantidades frecuentes, de manos de Hinckley casi siempre. Esta nueva estafa fue tan mal planeada y pensada, que Mark Hofmann ni siquiera falsificó o diseño los documentos antes de hablar con sus contactos en la iglesia. Él estableció un precio de $185.000 dólares y estuvo involucrando directamente a otras personas además de la iglesia mormona. Para ese entonces Hofmann había contactado a los líderes de la Iglesia Reorganizada para ofrecerles documentos que fortalecerían su posición y por supuesto, le dejarían más dinero.



Para entonces, Hofmann estaba disfrutando de la gran vida. Volaba de ida y vuelta a la Costa Este, casi siempre a Nueva York y a otros lugares relacionados con los orígenes de la Iglesia, “buscando” supuestamente documentos antiguos, “tesoros mormones” y gastando dinero como si su fuente fuera interminable [de hecho lo era hasta ese entonces].



Al mismo tiempo, por esos días, Hofmann buscaba comprar una casa por una suma bastante elevada en una de las zonas más caras de Salt Lake City y de manera ilógica para si posición y “especial trabajo”, empezó a gustar de las atenciones y las luces de la fama.



Se dirigió a las Oficinas centrales de la iglesia mormona y les dijo que necesitaba los $185.000 dólares para adquirir la Colección McLellin. Hugh Pinnock, hizo una llamada telefónica al Primer Banco Interestatal e hizo rápidamente los arreglos para la entrega; Mark sólo tenía que ir a recoger el cheque.



Hoffman también había tomado prestado dinero de varios otros mormones con la promesa de proveer la Colección McLellin.



Buscando manipular varios lados para su propio beneficio, Hofmann noto que el tiempo se le estaba acabando. Mark se encontraba bajo mucha presión para cumplir con sus obligaciones a la brevedad.



Steve Christensen (el comprador de la Carta de Salamandra) nuevamente apareció en escena cuando Mark estaba tratando la entrega de los $185.000 dólares arreglados con la Iglesia.



“Los Hermanos de Utah” habían obtenido la ayuda de Steve para completar la transacción McLellin por medio de un acaudalado Presidente de Misión en Nueva Escocia, Canadá.



En su confundida cabeza, Hofmann pensó que podía bajar la temperatura a la olla de presión que el mismo había encendido, quitando de en medio a Steve y luego haciendo lo mismo con uno de sus socios de negocios; de este modo, ganaría tiempo y distraería a los “Hermanos” de la entrega de la “Colección McLellin” y se permitiría desviar la atención.



Las tres bombas



El día martes 15 de octubre de 1985, - en esa época Ezra T. Benson ya se preparaba para tomar posesión de su nuevo sitio en la Presidencia de la Iglesia, pues era bien sabido que Spencer W. Kimball estaba practicamente agonizando en esos días. Poco faltaba entonces para que Benson tomara su lugar como el nuevo "Profeta, Vidente y Revelador" mormón – los miembros de la Iglesia, la ciudadanía de Utah y la nación entera empezaron a enterarse de manera indirecta de la existencia de Mark Hofmann, los “hallazgos” y su relación con los “Hermanos”.



Dos bombas cegaron la vida de un hombre y una mujer. El hombre era Steve Christensen el contacto y operador de la Presidencia y colaborador directo con Gordon B. Hinckley. La mujer muerta era Kathy esposa de Gary Sheets quien por mala suerte, recibió el paquete que contenía el explosivo y que estaba destinado a su marido.



Ambas bombas de fueron fabricadas rústicamente con tubo; la que fue preparada para el millonario mormón Steve Christensen, fue especialmente brutal, habiendo sido rellenada con clavos de acero con la clara intención de extinguir por completo a su víctima.



Gary Sheets era el objetivo de la bomba número dos; sin embargo, su esposa, Kathy, encontró la bomba afuera de su casa y se convirtió en la desafortunada víctima de su poder mortal.



Mark Hofmann se encontraba en el centro de Salt Lake City, en el proceso de llevar a su destinatario la tercera bomba, cuando ésta estalló prematuramente y él se convirtió en su propia víctima.



Habiendo quedado seriamente herido, pero no muerto, se pensaba al inicio que Mark era una víctima inocente; sin embargo, la investigación claramente reveló que él era el que detonó los explosivos.



Nadie sabe con certeza quién era la victima intencionada de la bomba número tres que estallo ese mismo día, pero las teorías apuntaban a dos personas, Hinckley en primer lugar y Boyd K. Packer en segundo, aunque una especulación más sugería a Hugh Pinnock, el encargado de la caja chica de la Presidencia de la Iglesia y quien proveía a Hinckley del dinero que éste personalmente entregaba en las manos de Hofmann.



Mintiendo por el Señor



Hugh Pinnock, como se mencionó previamente, hizo los arreglos para obtener los $185.000 dólares en el Primer Banco Interestatal para que Mark Hofmann inicialmente comprara la Colección McLellin. El día después de la tercera explosión que hirió a Mark Hofmann, el Élder Pinnock fue interrogado acerca de los crímenes:



…el detective de la policía Don Bell lo interrogó a la 1:12 de la tarde del 17 de Octubre.



“Elder Pinnock, este es el asunto”.- comenzó Don Bell, con su libreta en la mano.



“Esta es una investigación de homicidio. ¿Conoce usted al Sr. Hofmann?”


Pinnock hizo una pausa y reflexionó por un momento: “No, no creo que lo conozca.” – The Mormon Murders pp. 246-247



Una mentira completa a todas luces, hecha por una Autoridad General de la Iglesia, el mismo hombre que siguiendo ordenes de sus líderes [Primero de Kimball y luego de Benson] entrego “dinero sagrado” para comprar documentos “históricos” falsos con el propósito de sostener o proteger el mito mormón.

Cuando KSL-TV reportó a nivel nacional que la iglesia mormona estaba envuelta en la realización de tratos con “hallazgos documentales” y pagos ilegales, una nueva bomba estallo, esta vez en la cabeza de los “Hermanos” líderes de la iglesia mormona quienes enfurecieron.

“La Iglesia está enojada porque dijimos que ellos ayudaron a concertar un pago. Bien, ¡pues lo hicieron! Ellos dicen que fue un individuo y no la iglesia, pero eso es absurdo. Puede que haya sido un individuo el que hizo la llamada, pero fue un oficial de la Iglesia, sentado en su oficina de la Iglesia, en sus horas de trabajo en la Iglesia, utilizando un teléfono de la Iglesia y lo hizo para el beneficio de la Iglesia. Nadie más quería la Colección McLellin excepto la Iglesia. Y el presidente de misión de Nueva Escocia no colecciona “hallazgos” documentales.

Él era simplemente un tipo con mucho dinero que dijo ‘Si necesitan ayuda, yo los ayudaré’. Si la iglesia dice que ellos no estaban ayudando a hacer ningún arreglo para comprar nada, ¿cómo se puede explicar el hecho de que la Iglesia se ofreció a conseguir un auto blindado para ir hasta Texas a recoger la Colección?” — The Mormon Murders, pág. 389

Cuando el recientemente fallecido “Profeta”, Gordon B. Hinckley, fue interrogado por los Fiscales del Condado, Bob Stott y David Biggs acerca de sus tratos múltiples con Mark Hofmann, él claramente mintió.

“Los fiscales Stott y Biggs se movían ansiosamente en sus sillas. Mike George, el investigador de la oficina del abogado del Condado quien había acompañado a Ken Farnsworth en la última entrevista con Hinckley casi cuatro meses antes, se maravillaba de cómo, con tiempo suficiente para recordar, Hinckley aún seguía sin poder recordar nada del asunto ni de Hofmann.

“¿Conoce a Hofmann? Pregunto Stott.

No lo recuerdo, estoy seguro que no.- Respondió Hinckley.

¿Alguna vez estuvo él en su oficina?” Preguntó Stott nuevamemte.

“Probablemente si, probablemente no”.- respondió Hinckley.

“¡Probablemente!” pensó Biggs.

- Ahora, incluso estaba olvidando lo que había admitido en la conferencia de prensa.” — The Mormon Murders, pp. 355-356

Hoy día, cuando se comparan las notas de los investigadores de este crimen, no queda duda que Gordon B. Hinckley, el “Profeta de Dios” para los mormones, estaba mintiendo a los fiscales.

Días después, desde dentro de las Oficinas Generales de la Iglesia en Salt Lake City alguien filtro a la prensa algunas fotografías tomadas en la entrega de algunos de los documentos, quienes aparecen en las imágenes, son un fiel testimonio de las mentiras y falta de integridad con las que la iglesia mormona y sus líderes se desenvuelven desde los días de Joseph Smith.

Kimball, Tanner, Hinckley, Monson, Benson, Packer, Pinnock, Paul H. Dunn, Oaks, Holland y muchos otros de los abogados y asesores legales que entonces participaron en la conspiración, son o fueron Autoridades Generales de la iglesia mormona; hoy día, algunos son apóstoles o profetas mormones, y son, sin duda, testimonio de la corrupción sacerdotal de lo que el Señor llamo en sus días, hipócritas tumbas blanqueadas.

En Utah - Uno no avergüenza a la iglesia mormona!

El caso con el cúmulo de pruebas en contra de Mark Hofmann era abrumador. Sin duda, él hubiera sido declarado culpable de Homicidio en 1er Grado y condenado a pena de muerte por estos crímenes despreciables; sin embargo, únicamente recibió una palmada en la mano por asesinar a dos personas inocentes, haciéndolos explotar con bombas de tubo y no tan sólo estafó a la iglesia mormona quitándoles cientos de miles, si no es que fueron millones de dólares, sino que estafó a otras personas también.

“Para todos fue claro que Bob Stott (el fiscal) estaba determinado a evitar un juicio, cueste lo que cueste,” dijo un policía cuando las noticias del arreglo se difundieron a través del departamento como el olor de una fuga de gas.

“Incluso si tuviéramos una confesión, Stott le hubiera dado a Yengich, el abogado de Hofmann cualquier cosa que hubiese querido y hubiese logrado el arreglo que deseara”.

Más adelante, cuando un reportero de “Los Angeles Times” voló a Salt Lake City para cubrir la historia de última hora del arreglo entre la fiscalía y la defensa, le dijo a Dawn Tracy [Reportero del Salt Lake Tribune] que el aspecto más sorprendente de todo el caso era la actitud de la parte acusadora, del fiscal mismo.

“El típico fiscal” – dijo el reportero – “sale y captura a los chicos malos. Sale y revuelve las cosas. Aquí, ellos son tan gentiles y cooperativos. Qué bonito arreglo entre la fiscalía y la defensa. En cualquier otro estado, hubiéramos visto este asunto ir a un juicio, porque así es como los fiscales ganan su reputación. Yendo a juicio, atrapando a los chicos malos, grandes salpicaduras, mucho tiempo de exposición mediática. Aquí, ustedes tienen un acuerdo amistoso entre la fiscalía y la defensa. ¿Cómo es que lo hacen posible? ¿Cómo rayos progresa un fiscal aquí?

“‘Hey,’ – contesto Tracy – ‘En Utah no progresas si avergüenzas a la iglesia mormona o si la haces quedar mal.

¿A quién le importa la verdad? ¿A quién le importa la justicia? En el mormonismo debes proteger el “mito”, ¡Cueste lo que cueste!”.The Mormon Murders pp. 420-421

El Fiscal mormón, Bob Stott, no cumplió con las responsabilidades de su oficio, porque en el mormonismo la actitud hacia la verdad no importa, es “¡La fe antes que los hechos!”. Además, esta la visita que el Presidente de Estaca y el Obispo hicieron a Stott la misma noche de aquel largo día en que el fiscal interrogó a Hinkcley por primera vez. ¿Que hablaron esa noche los dos líderes mormones y Stott? Aun es un msterio.

Mark Hofmann pudo conservar cada centavo que dolosamente gano y aun mejor, recibio un pago para cubrir sus gastos de abogado de una fuente desconocida una vez que acordo cerrar el pico y permanecer en la carcel con la promesa de no ser ejecutado, siempre que, claro esta, no buscara ir a juicio y con ello, poner a los "profetas, ápostoles, Autoridades Generales y más mormones de altos vuelos" en el estrado de un juzgado y tener que testificar públicamente.

Seis meses después de que el asunto se "arreglo", Stott recibió un paquete amplio de beneficios médicos para él y su familia como una prestación de parte del Estado de Utah, también recibió un bono extra por su correcto desempeño en sus funciones y un jugoso aumento de sueldo; finalmente, doce años después él y su orgullosa esposa recibieron un llamamiento como Presidentes de Misión, la asignación llego firmada por el “Profeta vidente y revelador” mormón, ¿el nombre del “profeta”? Gordon B. Hinckley.

El mismo hombre que entrego en la mano de Hofmann, fajos de dinero y cheques a lo largo de casi 5 años. — The Mormon Murders pág. 439
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